A los niños les gusta tocar para conocer. Así que aprovechamos para desarrollar la arquitectura no sólo como experiencia visual sino también táctil. Un JUEGO DE TEXTURAS, que va desde el exterior rugoso y mate hasta el interior liso y brillante; de la madera cálida al policarbonato frío.
Buscábamos un espacio versátil, confortable y lleno de luz. Acogedor en las heladas mañanas de invierno, y fresquito cuando el calor extremeño aprieta.
El sistema de cerramiento con hormigón proyectado sobre placas de nervometal da al exterior un acabado de mucho relieve y textura pero con un espesor reducido, lo que permite resolver la fachada con un sistema de capas que se añaden o quitan en función de las necesidades de cada orientación.