En las reformas como ésta, imaginamos la obra como una operación de trasplante de órganos: Como si fuésemos cirujanos, tenemos que coordinar a un amplio equipo, para abrir, romper, sacar y recomponer en el menor tiempo posible, dejando una cicatriz invisible y por supuesto, solucionando el problema al enfermo. Tras la ardua tarea, la mejor recompensa es comparar el antes y el después.